Cada persona con TEA tiene habilidades de comunicación diferentes. Algunas personas pueden hablar bien. Otros no pueden hablar en absoluto o solo muy poco. Aproximadamente el 40% de los niños con TEA no hablan en absoluto. Alrededor del 25% al 30% de los niños con TEA tienen algunas palabras entre los 12 y 18 meses de edad y luego las pierden. Otros pueden hablar, pero no hasta más tarde en la infancia.
Ejemplos de problemas de comunicación relacionados con el TEA:
– Habilidades de habla y lenguaje retrasadas.
– Repite palabras o frases una y otra vez (ecolalia).
– Invierte pronombres (por ejemplo, dice “tú” en lugar de “yo”).
– Da respuestas no relacionadas a preguntas.
– No señala ni responde al señalamiento.
– Usa pocos o ningún gesto (por ejemplo, no dice adiós con la mano).
– Habla de manera plana, como un robot o con voz cantarina.
– No finge en el juego (por ejemplo, no finge “alimentar” a una muñeca).
– No entiende bromas, sarcasmo o burlas.
Las personas con TEA que hablan pueden comunicarse de maneras inusuales. Es posible que no puedan formar palabras en oraciones completas. Algunas personas con TEA solo dicen una palabra a la vez. Otros repiten las mismas palabras o frases una y otra vez. Algunos niños repiten lo que dicen otros, una condición llamada ecolalia.
Las palabras repetidas pueden ser dichas de inmediato o en un momento posterior. Por ejemplo, si le preguntas a alguien con TEA: “¿Quieres un poco de jugo?”, él o ella podría repetir “¿Quieres un poco de jugo?” en lugar de responder tu pregunta. Aunque muchos niños sin TEA pasan por una etapa en la que repiten lo que escuchan, normalmente pasa antes de los tres años de edad. Algunas personas con TEA pueden ser coherentes al halar pero podrían tener dificultades para escuchar lo que dicen otras personas.
Las personas con TEA podrían tener dificultades para usar y entender gestos, lenguaje corporal o tono de voz. Por ejemplo, las personas con TEA podrían no entender lo que significa saludar con la mano. Las expresiones faciales, movimientos y gestos pueden no coincidir con lo que están diciendo. Por ejemplo, las personas con TEA podrían sonreír mientras dicen algo triste.
Las personas con TEA podrían decir “yo” cuando quieren decir “tú”, o viceversa. Sus voces podrían sonar planas, como de robot o agudas. Las personas con TEA podrían pararse demasiado cerca de la persona con la que están hablando o podrían mantenerse en un tema de conversación por demasiado tiempo. Podrían hablar mucho sobre algo que les gusta mucho, en lugar de tener una conversación de ida y vuelta con alguien. Algunos niños con habilidades lingüísticas bastante buenas hablan como adultos pequeños, sin captar el “lenguaje infantil” que es común con otros niños.